sábado, 6 de diciembre de 2014

EL AUTOR: AUTOBIOGRAFIA

Los tres primeros hermanos nacimos en Madrid. Pero en los primeros recuerdos que tengo de mi mismo me veo solo,caminando por el monte en Cervera de Pisuerga, un pueblo minero en el norte Palencia. Tengo también el recuerdo del día en que abrí la puerta que daba al monte, y estaba totalmente tapada por la nieve, y se filtraba por ella un resplandor mágico.

En invierno el pueblo se quedaba incomunicado. Los mozos del pueblo tenían que ir, pala en mano, a abrirle paso al quitanieves. Aquel amor que aprendí en Cervera por el monte, la libertad, la Naturaleza me ha acompañado toda la via.

Cuando tenía 7 años me llevaron a Pamplona, en ese entonces ya eramos cinco hermanos, y allí nacerían cuatro más. Perdí los montes de Cervera, pero me encontré con los Pirineos. Mi padre quería que fueramos a un buen colegio. El colegio fue una desgracia para mí. Me pusieron en un curso donde todos eran por lo menos un año mayor que yo.Me ridicularizaban.  Me convirtieron en el tonto de la clase, el capacico de las hostias.

Odiaba el colegio. Los domingos teníamos que ir a misa, pero no iba al cine de las tardes. Era un niño solitario. La lectura fue mi refugio. En nuestra casa había cientos de libros y los leí todos. Luego comencé a ir al monte cada domingo, .

Cuando tenía 16 años quise darle un sentido a mi vida. Ingresé al seminario, aunque no era amigo de rezos ni misa, sino de acción social.
Hice mi noviciado en Cizur, luego un grupito salió del seminario para vivir en un piso en Echavacoiz, un barrio obrero pobre en Pamplona, y me fui con ellos. Fue un tiempo maravilloso. Teníamos un club juvenil, reuniones de grupo, un baile juvenil, hicimos campamentos.  Creamos un grupo de montaña que todavía sigue. Tal vez no hice nada por Echavocoiz, pero Echavacoiz hizo mucho por mí.

Me hice sacerdote y se cumplió mi sueño de ir a la misión de Colombia. Fue muy duro marcharme. Todo el tiempo añoré mis amigos de Pamplona y Echavacoiz, mis montañas, mis hermanos, y el pan que se come en España.

Colombia fue una revelación para mí: El trópico, la luz, la vida como fiesta, una forma distinta de ser, de vivir y de amar. Pero también el racismo, la explotación descarada, la inseguridad, el machismo, la miseria, la insolaridad, la corrucción. Hice de Colombia mi Patria, la amo y me duele. Me dediqué intensamente a conocer su cultura, su música, su historia, no solo en los libros, sino hablando con la gente.
¡Hoy mataron cerdo! ¡Corra, que se acaba la carne!

Mirando el Atrato correr por el pueblo inundado
Mi destino era la misión en el Atrato, gente negra, descendientes de esclavos cimarrones que se refugiaron en una tierra invivible donde los ejercitos no eran capaces de llegar. Ya no había montañas, solo los caminos del agua. La comida era escasa y monótona, platano, arroz, pescado ocasionalmente, de tarde en tarde carne de cerdo o de monte .  Estuve un tiempo en Vigía del Fuerte, con compañeros alemanes. Cuando llegué el pueblo estaba inundado Era estar prisionero en la casa, sin nada que hacer, acostandose a las 6,cuando el sol se ponía, porque no había luz en el pueblo, pero teníamos el lujo de unos bidones de agua que recogían el agua de lluvia y un inodoro.Llovía casi todos los días, pocas veces faltó agua. A pesar de eso varias veces nos enfermamos de amibiasis. Mis compañeros se enfermaron varias veces de paludismo o malaria.
Vigía inundado

Iglesia de Vigía, un Hermano predica, yo sentado.

 Salí con mis compañeros para un viaje por los pueblos de la parroquia. Ibamos a estar fuera 21 días, durmiendo cada día en un pueblo distinto. Me acordé de llevar mi amaca; se me olvidaron las cuchillas para afeitarme. Cuando volví pensé que la barba evitaba picaduras de mosquitos en la cara. Me la dejé, y me dejé el pelo largo. Me convertí en un oso.

En realidad la gente tenía su religión, muy distinta de la nuestra, más cercana a sus ancestro africanos que al catolicismo de los europeos.

 No querían un cura sino en las fiestas, para hacer las procesiones, y bautizar cientos de niños salidos no se sabe de donde.



Necesitaban médicos, medicinas, una mejor alimentación,
 agua potable. Conseguí dejar en cada pueblo tanques de
 eternit que recogían el agua de lluvia. Llevé médicos a Vegáez.

 Luego descubrí el rio Arquía, un rio bravo de gente brava, difícil de subir. Más arriba estaba el pueblo originario, el que quemaron en la Violencia. Allí, en el pueblo de Vegáez hice mi casa. Allí conocí a "la Paisa", su historia está en el libro. Desde mi casa salía de viaje para tender los pueblos, volvía a los 21 días, descansaba una semana y volvía a salir.

Vegáez tenía trochas por las que andar, un inspector de policía con poco que hacer, una letrina para todo el pueblo, unos pocos comerciantes que vendían velas, detergente, y cerveza. El pueblo tenía pocas casas, la gente iba a cultivar maiz y platano a sus fincas, el pueblo estaba desierto salvo las fiestas. Allí conseguí llevar medicinas que regalaba o vendia por casi nada, y transforme en escuelas unos cuarteles a medio construir para polícias que nunca llegaron. 




Tenía tambien una iglesia con techo de cinc agujereado y nidos de avispas en el techo que se caían en misa y hacían huir a todo el pueblo -yo me quedaba inmovil y nunca me picaron- paredes de madera que se habían caído o estaban pudriendose. Con los hombres del pueblo tiramos maiz por la selva, y luego tumbamos la vegetación sobre ella, el maiz crecía cubierto por la vegetación podrida. El maiz se iba a vender para reconstruirla, pero ya no llegé a recogerlo, agotado y enfermo tuve que retirarme. Solo había estado 3 años en la misión, pero fue un tiempo increiblemente intenso. Luego ya no pude adaptarme a ser un cura normal, a la rutina de una parroquia. Al salir de la misión se terminó mi vida sacerdotal . Me casé, fui profesor de economía, tuve un centro de cuidado infantil en Madrid, pero nos venció la nostalgia de Colombia. Volvimos, tuve una finca en lo alto de los Andes, sin agua, carretera ni luz, volví ser profesor en Medellín, hasta que nos echaron la falta de trabajo y los sueldos bajos. Nos vinimos a Estados Unidos, limpié platos e inodoros, planché en un cliner. Ahora soy un trabajador social en el área de cuidado infantil. Finalmente he realizado ni ilusión infantil de ayuda social.

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